Alguna vez te has parado a pensar en por qué haces lo que haces? Cuál es el verdadero motivo que subyace en gran parte de las decisiones que tomamos a lo largo de nuestra vida? Eres realmente feliz haciendo lo que haces o, por el contrario, lo único que haces es adhesionarte a una corriente de felicidad percibida, que sigue fielmente un marco establecido por un mercado voraz, germen de las garras del consumismo? Es decir, eres feliz porque te sientes feliz o eres feliz porque te dicen que con este estilo de vida tienes que ser feliz? Este tema, que a priori puede resultar muy recurrente es, sin embargo, la asignatura pendiente que nunca logramos aprobar; si hablas con las personas, una por una, todas te dirán que estás en lo cierto cuando les postules el párrafo anterior. Sin embargo, acto seguido, una niebla, la de la adulación y el neón, cubre ese momento reflexivo y les reenganchará en esa espiral de felicidad previo pago. Y he aquí una de las obras maestras, una de las mayores
Somos Hijos de la selva; no sabemos si existen Dios, los números, las ideas o los múltiples universos; sabemos que el tiempo pasa y no puedes desperdiciarlo intentado hallar una solución a aquello que no la tiene.