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Mostrando entradas de 2016

Altas horas

La marihuana es ilegal, la heroína es el demonio pero sin embargo ahora mismo  estoy disfrutando de un colocón de alcohol aderezado con esa basura a la que llaman música en las discotecas de hoy día (si Mozart levantara la cabeza) y aquí no pasa nada. Esta sociedad cínica que ahoga sus penas en alcohol y ritmos hipnóticos no se merece más que la destrucción. Es lamentable que tu máxima aspiración sea llegar al fin de semana para bailar sin ganas todo tipo de ritmo disonante lamentable que enriquece una industria furtiva que caza almas otrora útiles y las sume en una vorágine de ocio autodestructivo cuyo único objetivo es conseguir que pases una lamentable vida lo más rápido posible. ¿Por qué estoy aquí?  La respuesta es evidente si eres capaz de soportar verdades que hieren: estás enriqueciendo a unos pocos gracias a tu absurdamente desmesurado consumo de productos basura que llenan cada efímera existencia de una nada rebosante de hilarante vanidad, se trata del vacío comiendo cada

Cuando contemos a nuestros nietos...

...que vivíamos y matábamos por papel, que juzgábamos a las personas por el color de su piel, que adorábamos a Dioses invisibles, que nos esclavizábamos para poseer cosas inservibles, que maltratábamos el planeta Tierra, que disfrutábamos con la desgracia ajena, que alcanzábamos la gloria en las redes sociales, pero que no éramos nada fuera de esas vidas virtuales, que el esfuerzo se ignoraba, que el fracaso se premiaba, que mayor es el éxito cuanto más cabrón seas, que se extinguieron los Quijotes que luchaban por sus Dulcineas que cuanto más tienes más vales, y que si nada tienes, nada vales, y que nunca entran en la cárcel los mayores criminales, Que entre mentiras se decían grandes verdades, Que las verdades que ofendían se consideraban maldades, Que sí era no y que no era igual, Que nos avergonzábamos de nuestro cuerpo al natural ¿Qué pensarán? Piénsalo tú antes que ellos y cámbialo.

El huevo o la gallina

Todo esta hablado, todo escrito. Y aún estándolo, no somos capaces de aprender de ello y llevarlo a la práctica. Somos seres de ideas y de ingenio y, precisamente atrapados por esa misma máquina que nos lo permite, el cerebro, pasamos presos cautivos de nuestra imaginación la mayor parte de nuestra vida. Decimos que vamos a hacer y no hacemos; soñamos despiertos y obtenemos un placer equivalente al que obtendríamos si realizáramos esa fantasía en la realidad. Es el onanismo en su máxima expresión; onanismo para con todo. Es el ser humano ensueño, que abraza lo místico y vive lo imaginario cual maleable realidad en la que es dueño de sus más bajos instintos y donde puede alcanzar la gloria sin moverse del sofá. Es por tanto, nuestra capacidad de ensoñación, un arma de doble filo, pues no es sino aquél que imagina, que se abstrae del yugo de lo físico y desdeña las leyes de lo material, el que consigue dividir el núcleo de un átomo en dos o correr más rápido que una gacela. Sólo los