La marihuana es ilegal, la heroína es el demonio pero sin embargo ahora mismo estoy disfrutando de un colocón de alcohol aderezado con esa basura a la que llaman música en las discotecas de hoy día (si Mozart levantara la cabeza) y aquí no pasa nada.
Esta sociedad cínica que ahoga sus penas en alcohol y ritmos hipnóticos no se merece más que la destrucción. Es lamentable que tu máxima aspiración sea llegar al fin de semana para bailar sin ganas todo tipo de ritmo disonante lamentable que enriquece una industria furtiva que caza almas otrora útiles y las sume en una vorágine de ocio autodestructivo cuyo único objetivo es conseguir que pases una lamentable vida lo más rápido posible.
¿Por qué estoy aquí? La respuesta es evidente si eres capaz de soportar verdades que hieren: estás enriqueciendo a unos pocos gracias a tu absurdamente desmesurado consumo de productos basura que llenan cada efímera existencia de una nada rebosante de hilarante vanidad, se trata del vacío comiendo cada instante de tiempo que le cedes y ante el cual sucumbes voluntariamente.
No quiero que me cobren por estar tumbado en un diván explicando mi mierda de vida. No necesito asistir a estos nuevos centros de terapia en los que a golpe de cubata te dan la gran solución a tus problemas hasta el próximo fin de semana.
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