Cuál es el siguiente paso en este momento económico tan crítico a escala mundial? Qué conducta, postura y estilo de vida son los más apropiados actualmente? Cómo hemos de adaptarnos para salir victoriosos de ésta situación? Las preguntas son infinitas, sobre todo en momentos en los que no se puede responder a ninguna. Pero, sin embargo, todas tienen un nexo común entre ellas: están mal formuladas. Nunca te has parado a pensar que tal vez contextualices demasiado a la hora de formularte una cuestión para resolver un problema? En el momento en el que defines más y más una pregunta, lo estás haciendo con el problema y le estás quitando, en consecuencia, grados de libertad. Automáticamente, con el simple hecho de poner más palabras en la pregunta, estás descartando soluciones. Este modus operandi funciona perfectamente en facetas triviales de la vida; por ejemplo, antes de salir a la calle, puede que me pregunte a mi mismo: qué pantalón, que no sea el azul, me pongo? Acabo de descartar
Somos Hijos de la selva; no sabemos si existen Dios, los números, las ideas o los múltiples universos; sabemos que el tiempo pasa y no puedes desperdiciarlo intentado hallar una solución a aquello que no la tiene.