Esta es la historia de un tipo al que llamaban el figurante,
un tipo normal, pero de vida apasionante.
No sabía lo que era el trabajo, ni tener en la mano callos,
Pero se lucraba, disfrutaba, con gente poderosa se codeaba,
y así, wiskey tras wiskey, pasaban sus mejores años.
Ya desde pequeñito no le gustaban los deberes,
decía que eran para flojos e insignificante seres,
pero cuando había trabajo en grupo, él figuraba y figuraba,
y una vez tras otra, la mejor nota siempre se llevaba.
En su época universitaria, nada de esto cambiaba,
pues en cada clase, en cada seminario, figuraba y figuraba.
Aprobaba las materias mediante trampas y chanchullos,
engañando a trabajadores a los que denominaba: los suyos.
Nada más graduarse consiguió su objetivo,
un chalé, chica guapa y un deportivo.
Y mientras en su compañía la gente curraba y curraba,
él de nada se preocupaba, pues solamente figuraba y figuraba.
Para qué trabajar, para qué hacer nada,
si todo se lo llevaba aquél que figuraba y figuraba.
De qué sirve el esfuerzo, la gente honrada se preguntaba,
mientras el que figuraba se reía y puros caros fumaba.
Le hablaban de respeto y honor, de tener dignidad,
decía: para qué sirven esas cosas, rodeado de majestuosidad?
Le hablaban de la ética y de la moral, de respetarse a sí mismo,
él juraba respetarse con farlopa, ropa cara y sadismo.
Y lo más triste es que el que curraba, por una causa perdida luchaba,
pues aquél que figuraba, a su costa se lucraba, el éxito ajeno se llevaba.
Esta es la triste historia, no hay un final feliz,
no hay pintura en la chapa, ni en la madera barniz.
Vivimos en la gran era, la era de los figurantes,
donde los que trabajan son pobres y los vagos importantes,
qué fue del respeto y el honor, del espíritu espartano,
valientes Quijotes y aficionados, el mundo les ha abandonado.
un tipo normal, pero de vida apasionante.
No sabía lo que era el trabajo, ni tener en la mano callos,
Pero se lucraba, disfrutaba, con gente poderosa se codeaba,
y así, wiskey tras wiskey, pasaban sus mejores años.
Ya desde pequeñito no le gustaban los deberes,
decía que eran para flojos e insignificante seres,
pero cuando había trabajo en grupo, él figuraba y figuraba,
y una vez tras otra, la mejor nota siempre se llevaba.
En su época universitaria, nada de esto cambiaba,
pues en cada clase, en cada seminario, figuraba y figuraba.
Aprobaba las materias mediante trampas y chanchullos,
engañando a trabajadores a los que denominaba: los suyos.
Nada más graduarse consiguió su objetivo,
un chalé, chica guapa y un deportivo.
Y mientras en su compañía la gente curraba y curraba,
él de nada se preocupaba, pues solamente figuraba y figuraba.
Para qué trabajar, para qué hacer nada,
si todo se lo llevaba aquél que figuraba y figuraba.
De qué sirve el esfuerzo, la gente honrada se preguntaba,
mientras el que figuraba se reía y puros caros fumaba.
Le hablaban de respeto y honor, de tener dignidad,
decía: para qué sirven esas cosas, rodeado de majestuosidad?
Le hablaban de la ética y de la moral, de respetarse a sí mismo,
él juraba respetarse con farlopa, ropa cara y sadismo.
Y lo más triste es que el que curraba, por una causa perdida luchaba,
pues aquél que figuraba, a su costa se lucraba, el éxito ajeno se llevaba.
Esta es la triste historia, no hay un final feliz,
no hay pintura en la chapa, ni en la madera barniz.
Vivimos en la gran era, la era de los figurantes,
donde los que trabajan son pobres y los vagos importantes,
qué fue del respeto y el honor, del espíritu espartano,
valientes Quijotes y aficionados, el mundo les ha abandonado.
Puto David, está bastante bien. En serio.
ResponderEliminarGracias Mac! Nos leemos.
EliminarPor cierto, imagino por dónde medrá al menos uno de los tipos en los que te has inspirado.
ResponderEliminarBUENÍSIMO!!ERES UN CRACK!
ResponderEliminarUna fotografía real, pero triste, de nuestra sociedad actual....abocada al fracaso si seguimos manteniendo a figurantes!
El problema principal es que nuestra sociedad actual se sustenta en los figurantes; en este aspecto, no cabe más que cambiar de sociedad si queremos acabar con esta gente, que no es que no aporte nada, sino que lo que aporta es tremendamente negativo para sus semejantes.
EliminarUn saludo!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarConozco uno! Lo que te permite la edad es ver cómo, con rigor casi castrense, los figurantes terminan convirtiéndose en patéticos figurines..... Hacia la guerra, en la batalla. ;)
ResponderEliminarEstoy totalmente de acuerdo con la "metamorfosis" que sufren estas personas; pero, en cualquier caso, los figurantes tienden a autoprotegerse y, como muchos de ellos parasitan en el poder, es una lacra difícil de erradicar.
EliminarComo apuntas, una "guerra" es la solución.
Un saludo!
En mi universidad había uno, trabajé con el, casi me dejé la salud para que sacáramos buena nota.
ResponderEliminarLuego lo que hice como venganza fue "destruirle", cogí los "trabajadores" que él continuamente usaba a su antojo y cree un equipo donde nos complementábamos haciendo cada un lo que mejor se nos daba.
De repente sus cortinas de humo se derrumbaron y él empezó a suspender los trabajos, porque no hacia nada, y sus nuevos compañeros tampoco.
Quizás no fue lo mas correcto.
Hace unos días leí: el tiempo no cambia nada; lo único que cambia las cosas, es hacer cosas.
ResponderEliminarCon tu acción igual lograste cambiar para bien a alguien que apuntaba a ser otro parásito.
Lo que nunca comprenderé es cómo esta gente es capaz de mirarse en el espejo y estar orgullosa de su actitud; me parece una conducta digna de estudio.
Nos leemos!