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Las listas, qué listas

Diez mandamientos para guiar tu vida, nueve personas a las que tienes que imitar,  ocho reglas que te harán millonario, siete marcas imprescindibles, seis pasos que te llevarán al éxito, cinco claves para ser feliz, cuatro trucos para adelgazar, tres consejos para ser gilipollas.

Imagino que la mayoría de nosotros no ha pedido vivir en un mundo de idiotas; no creo que ande desacertado si pronostico que casi todos los que estáis leyendo esto cogeríais, sin dudarlo, la primera nave hacia ninguna parte, donde no puedo aseguraros de que estaremos rodeados pero os garantizo que por lo menos no lo estaremos de idiotas. Pero en fin, es el mundo que nos ha tocado, al fin y al cabo no es tan malo y, de vez en cuando, hasta me hace esbozar una sonrisa irónica donde mezclo compasión a la par que un no deseable sentimiento de superioridad. Es en ese momento cuando das gracias a tus progenitores por haberte costeado unos estudios y a ti mismo por haberlos aprovechado.

Desde hace varios años he venido observando una conducta digna no de una tesis, sino de un compendio de libros que dejarían pequeña a la biblioteca de Alejandría; se trata de reducir siglos de conocimiento y saber hacer en un reducido (y escueto, no se que nos cansemos de leer) conjunto de regluchas que te guían por la senda de la virtud y el camino hacia la gloria. Y no se te ocurra rebatir o cuestionar ninguna de ellas porque son dogmas de fe y automáticamente pasaras a formar parte del eje del mal y encabezaras la lista de terroristas enemigos del mundo libre, cuya libertad, por cierto, se ve quebrantada por los mismos que la proclaman, atribuyéndote adjetivos taxativamente por el mero hecho de discrepar educadamente, lo cual considero base fundamental de la libertad de expresión.

El caso es que nos pasamos la vida leyendo las reglas del juego pero nunca nos ponemos a jugar. Ese amigo que te empieza a hablar de vida saludable y alimentación vegano-ovo-fito-vegetariana mientras se mete unas rayitas o mezcla red bull con mata ratas es un claro ejemplo de la carnicería que se esta preparando. Estas listas de consejos son idóneas para que nunca hagas nada en tu vida ya que, por el mero hecho de leerlas, sientes que las has realizado y pasas directamente de la pantalla del ordenador al cigarrito de después sin ni siquiera haber  consumado.

El síndrome del rebaño ya forma parte del pasado, esa caterva de borregos que pastaban sin objetivo alguno no es rentable. La sociedad ha evolucionado y el rebaño ha dejado paso al síndrome del perro de carreras; corremos persiguiendo un objetivo que es inalcanzable. Piensa que cuatro frases escritas de cualquier manera no cambiaran nada en tu vida; de ser así, quien en su sano juicio no las emplearía para dejar de ser infeliz, un perdedor, obeso o un fracasado en el amor? Solo hay una verdad, que se ve enmascarada por la falsa sensación de control de estas listillas, el triunfo solo es fruto de mucho esfuerzo y, si bien hay frases o personas que pueden motivarnos y guiarnos hacia el éxito, es de nosotros de quien depende alcanzarlo. Si triunfas es porque tu lo haces bien y si fracasas es porque tu lo haces mal; no busques cómplices en tus éxitos o fracasos, resulta tan sencillo echar la culpa al mundo y recluirse en la habitación oyendo basura de autoayuda que es complicado no caer en este vago vicio, esta droga que engancha mas que ninguna y te destruye como la que mas ya que te convierte en holgazán, que es, para mi, el peor de los males de un ser humano.

Prueba a cambiar las listas por objetivos, las guias por tu propio método y evita imitar. De hecho, si hay alguien a quien debes imitar es a ti mismo cuando has obrado bien; y si hay alguien a quien debes evitar es a ti mismo cuando has obrado mal. Aunque pensándolo detenidamente, puede que esto que acabas de leer no sea más que otra de esas listas absurdas que te guían hacia una felicidad utópica y te hacen perseguir una liebre apetitosa pero imposible de alcanzar.

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