...existen para vivir tu vida; puedes complicarlo hasta el infinito a través de insólitas elecubraciones que te lleven a universos paralelos, llegando a conclusiones incomprensibles hasta perderte en ti mismo, pero aún así, sólo seguirán existiendo dos maneras: fácil y difícil; el resto no son más que meros matices de una de estas dos opciones.
Mi propia experiencia me dice que, en general, tendemos a complicarnos la vida hasta puntos irrisorios y el problema del que partíamos pasa a un segundo plano, siendo el principal problema el propio mecanismo de resolución del que nos trajo hasta aquí.
Este enfoque nos lleva a invertir grandes porciones de tiempo, a priori innecesarias. Esto, unido al hecho de la brevedad de nuestra existencia, te llevan a tener 31 años y aún estar decidiendo qué quiero hacer en mi vida. Cada día que pasas decidiendo, es un día menos que te queda; un día menos que vas a disfrutar de aquello que quieres y que tanto te cuesta elejir.
Tu esperanza de vida es de 85 años; con una operación tan sencilla como restar este valor a tu edad, sabrás los años de vida que te quedan. En mi caso, que tengo 31, me quedan 54 años de vida. Esto quiere decir que cada año que pasa resto un 1,85% a lo que me queda a día de hoy; si este año lo paso pensando entre si quiero jugar a baloncesto o a fútbol, habre perdido el 1,85% de lo que me queda de vida sin disfrutar ni del baloncesto ni del fútbol.
Ves a dónde quiero llegar? Elije la vía fácil, en el sentido de tomar decisiones con criterio pero sin excederse en su complejidad y podrás disfrutar de aquello que quieres hacer, a la par que ganarás una de las cosas más preciosas que tiene ser humano, la experiencia. Siguiendo el mismo ejemplo, si elijo jugar a basket este año, el año que viene puedo comprobar que no es lo mío y me pasaré al fútbol. He elejido el fútbol porque tengo la experiencia de que el basket no va conmigo. Si además el año que viene descubro que el fútbol es mi pasión, pasaré a vivir una vida plena. Si por el contrario hubiera decidido quedarme un año mirando los dos deportes desde el "banquillo", sin practicar ninguno de llos para ver cuál es mejor, cuál me lleva menos coste, cuál es más popular, cuál gusta más a las chicas, cuál, cuál, cuál... me plantaría en el año siguiente, sin experiencia alguna y ante la misma disyuntiva del año anterior: qué deporte escoger.
La vida es muy sencilla per sé, lo que la hace compleja es no saber discernir entre la diferencia de elegir y tener valor para tomar la elección. Las elecciones son prácticamente instantáneas; uno siempre suele saber lo que quiere desde el primer momento; es la incertidumbre de tomar la decisión lo que te complica la existencia. Nunca te frenes por no tener valor de tomar una decisión si ésta es buena y está razonada y recuerda que el fallo siempre está ahí, al igual que los listillos. Uno no puede decir que no va a subvencionar los estudios a ningún niño porque hay algunos padres que se aprovechan de ello; siempre habrá quien se aproveche de las cosas, al igual que siempre habrá opción de fallo, pero sabes que gran parte del acierto o del fallo está en tí mismo.
Elije el camino fácil y tendrás una vida plena. Pero no pienses que una decisión fácil conduce a una vida sencilla; resolver el problema de la desigualdad social es fácil (dar igualdad) pero no es para nada sencillo. Entiende facilidad en términos de: tomar una decisión realista en cuanto a tus posibilidades, no dejarse llevar por ideas oníricas sino trazar un plan milimétrico y con poco margen de divergencia, perseverar y, sobre todo, ganar experiencia; como se suele decir en ciencia, al contrario de ser contraproducente, obtener un resultado negativo indica el camino que hay que seguir hacia el éxito.
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